Influencia de temperatura en la contracción del músculo en lenguas de pato

Las pruebas las hicimos mientras elaboramos un pequeño aperitivo de lenguas de pato, pero el ejemplo es válido para otras carnes. Y para el que no haya probado carnes a baja temperatura, creo que este post le va a convencer.

En la foto superior podéis ver las lenguas, todas de idéntico tamaño antes de cocerlas.

Luego cocí una parte a 70ºC/ 7 h. y otra en agua hirviendo. Como podéis ver (porque salta a la vista), las cocidas a 70ºC (izda) tienen un tamaño mucho más grande, casi un 1/3 mayor que las hechas a 100ºC. Y en cuanto a textura, la cocción más delicada también gana: quedan más tiernas y jugosas. Fijaros que la temperatura es bastante alta y a pesar de eso, la diferencia entre las dos cocciones es considerable.

Cito a McGee de memoria (La cocina y los alimentos) “la carne empieza a contraerse a partir de los 50ºC, llegando a una contracción total del músculo cuando llegan a los 85ºC.

Y Douglas Badlwin cuenta: Entre 50ºc y 55ºC (Neklyudov, 2003 ) el colágeno empieza a disolverse en forma de gelatina y las fibras musculares que se mantenían unidas fácilmente se consiguen separar. Además por debajo 60ºC hay enzimas que pueden hacer la carne más tierna si se mantiene la temperatura durante más de 6 horas (Tornberg, 2005). Por eso una pieza de ternera cocinada en un baño entre 55 y 60ºC puede ser tan tierna como un solomillo.

Y aún más interesante, rizando el rizo, después sometí las lenguas a una fritura a 180ºC con dos tipos de rebozados, una tempura tradicional y otro mucho más aislante por dos motivos:

  • Porque tenía mucha más cantidad de gas (en sifón cargado con CO2)
  • Y porque una parte del líquido era vodka. Como el alcohol evapora mucho más rápido que  el agua, dora el rebozado antes y no sobrecuece el interior (pasa mucho menos tiempo en el aceite).
En los dos casos la diferencia de contracción se mantenía incluso después de la fritura. ¿Por qué, si el aceite estaba a 180ºC? Muy sencillo, el agua presente en el rebozado crea una barrera que aísla el producto de las altas temperaturas de la fritura; mientras se evapora, el agua en estado líquido nunca superará los 100ºC y por lo tanto funcionará como aislante. Eso sí, las lenguas con el rebozado más aislante aguantaron mucho mejor.
Y volviendo al plato, a pesar de ser muy atrevido, encantó a todos los que lo probaron (lo hemos servido en 3 cenas clandestinas).Decidí hacerlo después de comerlas en un restaurante chino en París que las servían con una especie de tempura deliciosa y crujiente, un aperitivo para chuparse los dedos (la foto es horrible, la única excusa es que la hice con el móvil rápidamente).

 

Pero no os voy a engañar, las lenguas de pato dan muchísimo trabajo. En las tiendas asiáticas se suelen encontrar con una especie de cuernos que sobresalen del extremo opuesto a la punta de la lengua, que hay que quitar cortando con un cuchillo justo en el extremo que separa la lengua del resto de la carne. Por dentro tienen un hueso largo que mantiene la lengua recta y un extremo cartilaginoso que permite que la punta se mueva. Normalmente esa parte no se retira – por lo menos en los restaurantes asiáticos que conozco, pero cuando las hago en casa me gusta dejarlas totalmente limpias, como en la foto:

Una vez cocidas, tirando del extremo final sale todo el hueso junto con el cartílago de la punta. Luego las rebozamos y las acompañamos con dos tipos de salsa:

  • Una más vietnamita: sal, pimienta negra vietnamita  y jugo de lima
  • Y un ponzu japonés.

¡¡De-li-cio-sas!!

En la foto aparecen 2 lenguas con el rebozado y una tercera que freí hasta deshidratarla para que quedara crujiente y aportara un contraste con las otras:

 

Convocatoria para nuestra cena secreta Umami Madrid!

Por fin ha llegado la primavera y ya estamos pensando en algunos platitos ligeritos y refrescantes para vuestro paladar y para divertirnos…

¿Unos ejemplos? …Tendréis que apuntaros y tener un poco de suerte para saber lo que serán… Pero no somos tan malos así que os dejamos algunas fotos de la última cena 😉

 

Dumpling de pato,  zanahoria y nabo encurtido, consomé de pato

Vieiras, salsa «beurre blanc» y lemongrass, okra y shimejis

Panceta ahumada en tres cocciones con salsa estilo Shangai

 

Y ahora vamos con los detalles de siempre: además de un menú parecido a los anteriores, la cena incluirá cervezas y varios vinos que irán cambiando con lo que tomemos.

  • ¿Cuándo?: sábado 18 de mayo, a las 9 p.m.
  • ¿Dónde? en Madrid centro –os enviaré una dirección con la confirmación.
  • ¿Cuánto? se aceptará gustosamente una donación de 65€.
  • ¿Cuántos seremos en total? 6 personas.
  • ¿Cómo apuntarme? Envía un correo a umamimadrid (@) gmail (.) com con tu nombre, número de teléfono móvil y número de asistentes antes del sábado 11 de mayo.
  • ¿Limitaciones? si tenéis algún tipo de requerimiento especial (alergias, ingredientes que no podéis tomar…) incluidlo en el mail.
  • ¿Quién soy? Si queréis, también podéis incluir un pequeño texto sobre vosotros o el motivo por el que os apetece venir a cenar.
  • ¿Qué debo tener en cuenta? Los platos pueden ser picantes, puede haber preparaciones en crudo y como se tratará de un menú cerrado para una mesa entera, no se podrán hacer grandes cambios.
  • ¿Cuándo sabré si puedo ir? antes del lunes 13 de mayo enviaremos un mail de confirmación a todos para deciros si habéis tenido suerte en el sorteo.

Si queréis saber más sobre el resto de las cenas podéis hacerlo pinchando aquí.

¡Hasta pronto!

Alitas de pollo Karaage

Cuando era muy pequeña, siempre que mi madre me preguntaba qué quería comer le contestaba “¡alitas de pollo!” y ella me decía “Qué bien, ¡las alitas son muy baratas!”. Si, son baratas, y también muy ricas y divertidas de comer (¡ensuciándose los dedos para chupárselos después ¡discretamente!) ;). A todo el mundo le gustan y además en España estos trocitos maravillosos de pollo son parte de las tapas de toda la vida. Mi madre las hace con 5 especias pero hoy os dejo una receta con jengibre para que todo el mundo pueda intentarlo en casa. Al final el resultado es muy parecido de las alitas de mi infancia… a ver qué nota me daría mi madre…

Ingredientes para 4 pax:

Para el marinado:

  • 10 alitas de pollo, partidas por la mitad
  • 4 cucharadas de Salsa de soja Kikkoman
  • ½ cucharita de pimienta negra
  • 3 cucharaditas de jengibre en polvo
  • 2 cucharaditas de ajo en polvo
  • 4 cucharadas de fécula de patata – si no tienes, sustituye por almidón de maíz
  • 1 cucharadita de aceite de sésamo (opcional)
  • 1 cucharada de Sake o Jerez, Mirin o vino chino de Shaoxing

Para freír:

Aceite de girasol

Preparación:

En un cuenco marina las alitas de pollo con todos los ingredientes. La salsa de soja debe cubrir el pollo y dejar un pequeño charco en la parte inferior. Esta pequeña piscina de salsa de soja, te ayudarán a saber si has añadido suficiente cantidad. Tapa con papel film y deja marinar durante al menos 1 hora y hasta 8 horas.

Calienta el aceite. Si se utiliza una freidora con control de temperatura o un termómetro, fríe a 180 ° C / 355 ° F. Si no, prueba con una sola pieza de pollo o un pequeño trozo de piel para ver si el aceite está suficientemente caliente. Fríe los trozos de pollo en pequeñas tandas hasta alcanzar un color dorado profundo, alrededor de 6 minutos en total.

Escurre bien – una rejilla es mejor para esto, pero por supuesto, el papel cocina también funciona bien. Algunas personas le gustan añadir una pizca de shichimi togarashi y unas gotas de zumo de lima para darle un punto fresco.

Resiste unos segundos y para maximizar su exquisitez, come mientras estén caliente… ¡evitando quemarte!

Comentario:

Truco para verificar la temperatura del aceite
Un termómetro es la herramienta más precisa para medir la temperatura, por supuesto, pero hay un truco de cocina japonesa para probar la temperatura del aceite que es sorprendentemente fiable. Sólo hay que poner un palillo  largo (saibashi) verticalmente en la sartén con el aceite y verás que se empiezan a formar burbujas alrededor. Cuanto más rápidas suban, más caliente estará el aceite. Para karaage las burbujas deben ser muy pequeñas y rápidas. Se puede comprar saibashi en las tiendas japonesas y chinas. Asegúrate de obtener los de bambú, no de plástico, o este truco no funcionará.

Fermentación alcalina de lentejas con nattobacilus subtilis

Se trata del mismo proceso de fermentación que el del natto, pero sustituyendo el sustrato de soja por lentejas. Como las semillas  que se utilizan para hacer natto son muy pequeñas para que la bacteria penetre fácilmente en la soja y estas  – por lo menos que yo sepa – son imposibles de comprar en España, decidí hacer una prueba con una legumbre tan pequeña como la soja, y ya  que estábamos, compré la lenteja que más me gusta, la verde de Puy.

¿Y por qué no? Sólo se me ocurre un por qué sí: porque está increíblemente delicioso, eso sí, no es un sabor para pusilánimes. Una mezcla a mitad de camino entre natto, lentejas y Camembert maduro, con un ligero punto amoniacado, que se va perdiendo a medida que se sigue curando en la nevera. Me parece increíble conseguir un sabor tan especial y que recuerda al queso a partir de lentejas fermentadas.

En cuanto a la textura, aunque hay cierta mucosidad que aglutina los granos, no es tan fuerte como en el natto de soja. Se nota más cuando echas unas gotas de salsa de soja y remueves.

Hay que hacer algunos cambios en el método de preparación; como la semilla es más de la mitad de tamaño de una de soja para natto, los tiempos de fermentación hay que acortarlos con respecto a los marcados para fermentar soja. Además la lenteja no necesita remojo y tampoco se comporta bien cuando se hace al vapor (cocción poco uniforme), por lo que hay que cocerla en agua.

A propósito, después de hacer tantas pruebas y de leer innumerables documentos y libros sobre el tema, he actualizado el post con información que permite hacer un natto mucho más pegajoso/ con más mucosidad.

Ensalada de manzana y cangrejo

Una ensalada fresquísima, sencillísima y deliciosa:

Las láminas de manzana verde se dejan sudar en sal y un poco de lima durante una horita más o menos hasta que pierdan un pelín de agua y cojan más flexibilidad.

Y va acompañada de crangrejo real (grandísima combinación), cebolleta roja y verde y una vinagreta a base de salsa de pescado vietnamita, jugo de lima, un pelín de picante y, para coronarla, un poco de piel de cítrico cortada en juliana finísima (y sin nada de la parte blanca, el albedo) para darle su frescura aromática. En este caso usamos la piel de limones Meyer, pero también funciona bien con limón normal, lima o, si quieres darle un punto más atrevido, pomelo.