Kimchi suavizado

La mayoría de la gente ni siquiera conoce esta maravilla, que se suele hacer fermentando, entre otros ingredientes, col china con ajo y una especie de paprika coreana de uno rojo brillante y medio picante, aunque tiene millones de variaciones. Y la magia está en buscar alternativas.

Con este kimchi quería acercarme a esos kimchis japoneses (que ellos pronuncian kimuchi), mucho más suaves, con menos ajo y que prácticamente no pican. Además quise añadir sabores frescos, como los de la manzana verde, jengibre y raíz de cilantro y otro tipo de picante – el del rabanito – pero por desgracia, la fermentación suavizó su fuerza. Además incluí fermentados como un poquitín de pasta de gambas y salsa de pescado y también vieiras secas para darle un poco de «patada» al plato final. El resultado, un kimchi bastante versátil que a todo el mundo le puede gustar.

Admeás, la fermentación es una de las mejores formas de mantener «en forma» la col china durante más tiempo. Permite estirar su caducidad y la enriquece con nuevos sabores dando como resultado un alimento mucho más apetecible.

Y para prepararlo, sigue las mismas indicaciones que en la receta anterior pinchando en el link.

 

Crepe de socarrat al cuadrado

El otro día preparamos un arroz con todo el sabor del pato:

  • Con fondo de pato (con anís estrellado para resaltar el sabor cárnico).
  • Unas mollejas de pato confitadas
  • La grasa del confit la utilizamos para saltear el sofrito – con cebolla, por supuesto.

Y el resultado fue, como dijeron nuestros invitados de honor: Enrique de Dorar no sella y su mujer, un arroz «excelso».

Pero el socarrat se quedó pegado en la sartén, imposible recuperarlo. Así que, después de tomárnoslo, cubrí la sartén con un poco del fondo, lo dejé reposar hasta que se rehidrató, añadí un poco más de arroz que sobró, lo trituré y pasé por un colador para obtener una masa uniforme.

Mira cómo quedó de gelatinizado por la cantidad de caldo (el bote está tumbado)

Al día siguiente se me ocurrió ir un paso más allá: en una sartén antiadherente de muy buena calidad – nosotros usamos sartenes Woll, que son magníficas – llevamos usándolas durante meses sin tener demasiado cuidado con utensilios y ni siquiera tienen un pequeño raspón. Tienen un recubrimiento de Titanio que las hace más antiadherentes que las de teflón y parece ser que no son perjudiciales para la salud, como hemos oído todos acerca de ésta. Además, el teflón se desprende y degrada a altas temperaturas y esta está intacta.

Otra ventaja fundamental es que el mango es extraíble, lo que permite almacenarla y meter en el lavaplatos con más comodidad y usar en el horno sin ningún problema.

Vertí un poco de la masa, dejé que se evaporara a fuego medio (5 en inducción con escala 1-10)…

y luego lo dejé dorar aún más.

Lo retiré con cuidado, formé una crepe rápidamente (en seguida pierde su maleabilidad y queda crujiente, así que hay que darle forma lo antes posible), corté en aritos y dejé enfriar. El resultado, un sabor pronunciadísimo, socarrat al cuadrado.

¡Para qué queremos el arroz!

Un apero fantástico para acompañar una buena cerveza.

Houba miso y la llegada del otoño…

Hace siglos que ya quería contaros algo más sobre el viaje a Japón. Por supuesto no me voy a hablar de sushi aunque son extraordinarios allí… incluso los que se pueden encontrar en un supermercado… Quiero revelaros algo más original, una especialidad de un pueblo pequeño de los Alpes japonés: Takayama, un pueblo pintoresco. Cuando el tiempo refresca, se puede tomar un cafelito o un té verde matcha en un café que parece fuera del tiempo…


Situado en la región de Hida, famosa por su ternera exquisita, cada mañana se puede pasear por un mercado de agricultores a lo largo del río Miya y frente al templo de Takayama. Agricultores y artesanos locales venden de todo, desde las verduras y frutas hasta encurtidos y misos caseros.

Miso casero grueso

En otoño se hace un espectacular plato llamado Houba-miso o Houba-yaki (houba = hoja de magnolia + yaki = a la parilla). Si encuentras hojas de magnolia y quieres intentarlo no sería nada complicado. Coge la hoja de magnolia y cúbrela con miso (grueso si posible). Luego se puede añadir encima varios ingredientes como trocitos de tofu y de calabaza, setas shitake, cebolleta, katsuobushi, etc. Según lo que tengas o lo que te apetezcas.


Queda solamente colocar la hoja sobre una rejilla en la parte superior de una parrilla de carbón. Si lo haces bien, la hoja no se quema y el miso comienza a hervir y asar y caramelizar…los ingredientes cuecen cogiendo el sabor del miso infusionado con el sabor ahumado y tostado de la hoja… ¡Adiós verano, viva el otoño!!

Salmuera de anchoas – casi garum

Una auténtica delicia, tiene un sabor a anchoa increíble y se puede usar igual que la salsa de pescado del sudesete asiático. Buenísimo como alternativa más mediterránea.

El aroma es muy diferente, obviamente sabe a anchoa; es mucho más «fresco» que la salsa de pescado (esta última, con un sabor más «avanzado» por el estado de fermentación y precisamente por eso, más apetitosa para el paladar entrenado); además me da la impresión de que es menos potente en ácido glutámico (tiene menos umami); eso sí, tiene una concentración mucho más alta de sal, muy cercana a una saturación total (no tengo el dato ahora, en torno al 30 y tantos %).

Para preparar la salsa colé la salmuera de las anchoas con un filtro de café. Obtuve un líquido totalmente transparente; si el proceso se hace en la nevera, evitas que la poca grasa de pescado presente en el jugo, que se hace más densa al estar fría, pase a través del filtro.

El proceso de elaboración de la salsa de pescado y el de las anchoas es muy parecido, una capa de sal, otra de anchoas,  sal, anchoas, sal y así sucesivamente. La principal diferencia  está en que en la salsa de pescado no se destripan las anchoas. Al introducirlas en salmuera, ésta se carga las bacterias que habitan en los intestinos, pero permite que su actividad enzimática siga presentente, lo que»predigiere» el pescado y lo convierte en una masa (moromi en japonés, igual que en la salsa de soja). Durante este proceso se produce una transformación de las proteínas que da lugar, entre otras cosas, a ácido glutámico y a notas de sabor distintas a las del pescado original. Algo parecido pasa con las anchoas, pero con menor fermentación – obviamente la limpieza de las tripas nunca es completa y hay algo de actividad enzimática.

Usos y combinaciones: todo lo que vaya bien con anchoas, todo lo que vaya bien con la salsa de pescado (combinado con ingredientes ácidos y picantes es una delicia), como base para aderezar un tomate y con la mayoría de ingredientes con un alto contenido en umami. También va genial para caldos y así aumentar su contenido en umami.

La salmuera la conseguí en una visita a la fábrica de anchoas Casa Santoña, donde nos enseñaron cómo las preparan: las anchoas llegan en bidones que se preparan en Santoña y ya en la sierra de Madrid termina la curación.

Podéis ver cómo la parte superior, al estar en contacto con el aire cambia un poco de color.

La anchoa sumergida en la salmuera

Y todo cambia cuando cogemos las anchoas, oh delicia, con un color increíble

Se limpian en agua, se retiran todos los restos de escamas, tripas y espinas. El verdadero mérito de éstas anchoas está en que,

una vez preparadas, es casi imposible encontrarte una sola espina.

Nota: salvo las tres primeras fotos, que las ha hecho Émilie, el resto de las fotos están cedidas por Mike Randolph – del gran blog: Spain. By Mike Randolph. Merece la pena echar un vistazo a sus fotos.

Miso casero de garbanzos y soja – 6 meses después

Ya está listo el miso después de 6 meses de fermentaciónen el altillo de casa, así que una parte va a la nevera para consumo «inmediato» y la otra la vamos a dejar para que siga madurando.

4 kg. de miso de soja:

Y 2 kg. de garbanmiso:

Como podéis ver en la foto, la legumbre está triturada, pero todavía se pueden ver el koji del arroz en granos enteros porque no lo trituramos junto con la soja y los garbanzos.

El de miso está muy bueno, a mitad de camino entre la fermentación de un miso blanco (shiro miso), y el de uno rojo (aka) y con un aroma alcohólico algo mayor de lo normal.

En sopa, como era de esperar, los dos se comportan igual que otros misos, flotando con esa livianidad que tanto les caracteriza (lo trituré antes para mezclar bien el arroz con el resto del miso):

El de la foto el es miso de garbanzos

Y el de garbanzo, ¡oh sorpresa!, es delicioso, obviamente se nota el gran sabor del garbanzo, pero lo que más me gusta es que es ligeramente dulce. Me gusta más que el miso tradicional.

In-creí-ble.

Actualizado 21/mayo/2014: parte del miso estuvo fermentando hasta la semana pasada. Este es su aspecto después de 14 meses de fermentación, mucho más oscuro y con un sabor más desarrollado:

14 meses de fermentación miso

Ciruelas ume

Literalmente ciruela seca – aunque en realidad se trata de un tipo de melocotón que está más encurtido que seco. A mi me gusta tal cual, sin acompañar con nada para disfrutar de su brutal intensidad; sin embargo se suele tomar junto con arroz para amortiguar su potencia.

Un ingrediente, en contra de las preconcepciones asociadas a la cocina japonesa, que tiene un sabor fuerte, muy salado y muy ácido, un sabor al que hay que acostumbrarse, pero que termina siendo muy agradable y refrescante. Y para complementar su aroma, se le añade sisho (perilla o menta japonesa), que en la foto aparece en forma de sombrero.

Se puede tomar triturado, mezclado con agua con gas – un refresco típico de Asia con un sabor muy refrescante que sorprende por su sabor salado. También se puede usar para aderezar cualquier ensalada.

El jugo que suelta durante la fermentación se utiliza como vinagre (de hecho se conoce como vinagre de ume) y también aporta notas deliciosas a una ensalada.