Aquí va la segunda prueba con la piel. Es un aperitivo buenísimo.
Después de hacer esto me quedo con la curiosidad de saber cómo quedarían fritas como las cortezas tradicionales de cerdo… probablemente buenas, pero seguro que algo más pesadas.
Lo hice a partir de las sobras de la comida de año nuevo de casa de mi madre, así que la piel ya estaba asada y crujiente. Intenté darle un toque aún más crujiente y compensar lo pesada que suele ser con un toque ácido.
La piel (quitando anteriormente gran parte de la grasa que hay entre la piel y la carne) la estuve terminando de hacer a 120º C en el horno dando vueltas de vez en cuando para que se hiciera uniformemente por todos lados. A medida que la grasa que quedaba se iba fundiendo, la retiraba con un papel absorbente.