Muslos de pato canetón casi al curry rojo tailandés

Foto by The Oxtail

La comida sólo sabe bien si se comparte – de cualquier otra manera no tiene sentido. Cuando tomamos esto y muchas otras cosas que prepararon nuestros anfitriones y otros invitados el día supo a gloria, estuvimos en casa de Rodrigo (The Oxtail) con Juan Echanove. Para una gran crónica de la comida y del terraceo posterior, echadle un vistazo al blog de Juan – lo cuenta muchísimo mejor de lo que yo podría contarlo.

La receta es muy sencillita: 

  • Muslos de canetón «al vacío» 30 horas a 63ºC y luego gratinado en el horno hasta dorar bien la piel.
  • Salsa: fondo de pato reducido a 1/5 parte (200 ml a partir de un litro de caldo), media cucharadita de pasta de curry rojo previamente salteada, nata de coco (la parte más densa de un la leche de coco) y unas gotas de zumo de lima para darle un toque sutilmente tailandés. Tiene que saber ligeramente picante, notarse un poquito el sabor del curry y el protagonismo indiscutible tiene que ser del fondo, que es espectacular.
  • Y para seguir con la influencia tailandesa, lo servimos con uvas y albahaca – como se suelen tomar los curries de pato.

Dumpling de pato casero y su consomé

En mi última cena sin duda me gustaría comer un surtido de dim sum… ¡y muchas cositas más! Uno hervido con aceite picante de sésamo, uno al vapor con una gambas deliciosas, uno al horno con un hojaldre crujiente increíble…etc. Desde pequeña recuerdo que ayudaba a mi madre a rellenar los wontons o cortar hojas cuadradas de papel para poner debajo de los pao (brioche salado rellenado de carne o de algo dulce y cocido al vapor).

Ahora sigo investigando como hacer mis dim sum preferidos y hoy quería regalaros la receta de la masa base que tiene muchos usos y que no cuesta mucho trabajo… hay solamente que practicar. Es una masa perfecta para empezar, por los ingredientes sencillos que necesita. Además, se puede usar para hervir, cocer al vapor, hacer a la plancha, freír y rellenar con casi lo que queráis.

La foto lleva un dim sum cocido como un gyoza. Esta rellenado de la terrina de pato de Iñigo y va acompañado de un consomé de pato (pincha aquí para la técnica) y cubitos de zanahoria y daikon encurtidos.

Ingredientes para 20-25 hojas:

  • 100 g de harina de repostería
  • 100 g de harina de panadería
  • 1/3 cucharita de sal
  • 110 ml de agua caliente

Preparación:

Mezcla la sal con el agua.

Tamiza las harinas juntas en un bol. Repite 2 o 3 veces.

Añade el agua y mezcla con una espátula o usa el Kitchen Aid si lo tiene. Si hace falta, se puede añadir un pelín de agua más. Sigue mezclando durante 7 minutos.

Divide la masa en 4 y dale forma de tronco. Enrolla cada tronco con papel film y deja reposar durante 30 minutos.

Divide de nuevo cada tronco en 5 y estira sobre una superficie con un poco de harina. Se puede usar un corta pasta para dar una forma perfecta. Espolvorea un poco de harina entre cada hoja y guarda en papel film en la nevera hasta un máximo de 3 días.

Tortilla fea, esponjosa, facilísima y escalfada

Y además muy divertida de preparar. Se hace igual que un huevo escalfado, pero batiendo el huevo antes de cocer. Lo vi en  «In the mind of a Chef» una serie de unos 12 documentales de David Chang (sí, el de Momofuku) muy recomendable e interesante. En uno de ellos, Daniel Patterson, el cocinero invitado de ese capítulo, proponía este platillo. Al día siguiente probé a hacerlo, y el resultado merece al pena: una especie de tortilla con una textura muy suave, agradable y ligera.

El proceso es sencillísimo: bates un huevo (opcional: añade una cucharadita de miso blanco, le da un punto delicioso) y lo hechas en agua hirviendo (igual que cuando haces un huevo escalfado, hay que formar un remolino de agua para que el huevo quede centrado). Dejas que se cueza durante menos de 10 segundos y lo retiras con un colador quitando todo el agua que puedas (en la foto se ven las marcas de nuestro colador, el típico asiático con forma de telaraña, que creo que mejora la presentación a esta tortilla tan fea y tan buena), añades un chorrito de aceite de oliva, perejil y unos cristales de sal ¡y a correr!.

Lo único que da un poco de rabia es que siempre queda agua en el plato… qué le vamos a hacer.

 

Terrina de Pato Mulard con textura elástica

Este plato es una auténtica declaración de intenciones, la esencia de lo que hacemos en Umami-Madrid con nuestras idas, venidas y referencias gastro-culturales a Asia y a Europa: en este caso, sabores predominantemente occidentales, que recuerdan a un pato a la naranja, con una textura totalmente asiática a la que no estamos tan acostumbrados. Y el sabor protagonista del pato es casi tan importante – si no más – que la textura tan especial que tiene – la misma que las «pelotitas» asiáticas que suelen servirse en sopas, esas que recuerdan a las de goma que tanto rebotan y que tanto gustan a los niños.

Esta transformación de la textura me dejaba alucinado; no conseguía comprender qué pasaba durante el amasado para que esta se transformara; estuve buscando en internet y en libros sin éxito hasta que finalmente decidí consultar al GRANDÍSIMO HAROLD McGEE. Os dejo una transcripción del mail y la traducción más abajo:

De:  Harold McGee <———>
Enviado el: jueves, 06 de marzo de 2008 21:48
Para: AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL
Asunto: Re: re. black tea brewing
Dear Íñigo,
What you describe is very similar to what happens when you make a meat batter for mortadella-style sausages. When you work the meat with a little bit of salt, you extract myosin proteins from within the mince pieces, and they form a sticky coating on all the surfaces, which is why it behaves like a dough. When you cook the meatballs the myosin coating coagulates into an unmeltable jelly that surrounds all the pieces, and that’s where the springiness comes from.
Hope that makes sense.
Best wishes,
Harold

 On Thu, Mar 7, 2013 at 4:00 AM, AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL <> wrote:

Dear Harold,
 Hope this mail finds you in good condition – it’s been almost two years since my last email.
I’m writing to ask you if you could possibly help me with a culinary mystery. I have been making boiled meatballs – the Asian springy style – for quite some years now and every time I do them (massaging the meat by hand for around and hour until the meat sticks together almost as a dough) I try to find on the internet why the mince changes so much and why is it that it becomes springy, but have never had success finding insightful information. Do you have any thoughts about this?
 Thanks so much in advance.
Kindest regards,
 Íñigo Aguirre

 

En resumen, cuando amasas carne con sal se extraen proteínas de miosina que forman una capa pegajosa en toda la superficie de la carne, lo que hace que se comporte como una masa. Cuando cocinas las albóndigas, la capa de miosina coagula formando una gelatina no fundible que cubre todas las piezas – de ahí es de donde viene su elasticidad.

Pero esto todavía resulta complicado de entender, por lo menos para mi, y seguro que como yo, os preguntaréis, (perdonad si hay algo que no está bien explicado, no soy un experto en estos temas).

  • ¿Qué es la proteína de miosina? Parece ser que es una proteína fibrosa y contráctil implicada en la contracción muscular, la proteína más abundante en el músculo. La miosina provoca la reducción de las distancias entre ambas fibras y, por lo tanto, la contracción muscular.

Ingredientes:

  • Carne picada:
    • 400 gr de muslos pato (si es Moulard, mejor, su sabor le va que ni pintado a esta preparación).
    • 200 gr de cerdo (busca una pieza ejercitada, las más oscuras).
    • 200 gr de contramuslo de pollo.
  • Un par de cucharadas de azúcar.
  • Una buena cantidad de pimienta negra recién picada.
  • Ralladura de naranja (1 ó 2, lo que prefieras).
  • Sal y salsa de pescado al 50/50.
  • Un chorrito de vinagre de Jerez.

Preparación:

  • Mezcla todos los ingredientes, prueba y rectifica el punto de sal (es increíble, pero en crudo está delicioso). Tienes que notar un sabor predominánte a pato, un ligero dulzor, el punto de sal y el aroma de la naranja.
  • Cuando esté a tu gusto, amasa la mezcla aplastando hasta que no se pegue a la mano y quede con una textura compacta – tardarás al menos 45 minutos y sudarás al menos un litro (ya sabes, no sweat, no gain). O si prefieres, puedes triturarla en una thermomix hasta llegar a esa consistencia, pero cuidado no se caliente la masa y acabe cociéndose (si se calienta demasiado añade un cubito de hielo).
  • Envuelve en film transparente como si se tratara de un maki y cuece al vapor hasta que alcance 60ºC a corazón de producto.

Y en la foto lo acompañamos con un tabulé como debe hacerse: con muy poca sémola, muchísimo perejil y muchas verduritas bien picadas a mano.

Alitas de pollo Karaage

Cuando era muy pequeña, siempre que mi madre me preguntaba qué quería comer le contestaba “¡alitas de pollo!” y ella me decía “Qué bien, ¡las alitas son muy baratas!”. Si, son baratas, y también muy ricas y divertidas de comer (¡ensuciándose los dedos para chupárselos después ¡discretamente!) ;). A todo el mundo le gustan y además en España estos trocitos maravillosos de pollo son parte de las tapas de toda la vida. Mi madre las hace con 5 especias pero hoy os dejo una receta con jengibre para que todo el mundo pueda intentarlo en casa. Al final el resultado es muy parecido de las alitas de mi infancia… a ver qué nota me daría mi madre…

Ingredientes para 4 pax:

Para el marinado:

  • 10 alitas de pollo, partidas por la mitad
  • 4 cucharadas de Salsa de soja Kikkoman
  • ½ cucharita de pimienta negra
  • 3 cucharaditas de jengibre en polvo
  • 2 cucharaditas de ajo en polvo
  • 4 cucharadas de fécula de patata – si no tienes, sustituye por almidón de maíz
  • 1 cucharadita de aceite de sésamo (opcional)
  • 1 cucharada de Sake o Jerez, Mirin o vino chino de Shaoxing

Para freír:

Aceite de girasol

Preparación:

En un cuenco marina las alitas de pollo con todos los ingredientes. La salsa de soja debe cubrir el pollo y dejar un pequeño charco en la parte inferior. Esta pequeña piscina de salsa de soja, te ayudarán a saber si has añadido suficiente cantidad. Tapa con papel film y deja marinar durante al menos 1 hora y hasta 8 horas.

Calienta el aceite. Si se utiliza una freidora con control de temperatura o un termómetro, fríe a 180 ° C / 355 ° F. Si no, prueba con una sola pieza de pollo o un pequeño trozo de piel para ver si el aceite está suficientemente caliente. Fríe los trozos de pollo en pequeñas tandas hasta alcanzar un color dorado profundo, alrededor de 6 minutos en total.

Escurre bien – una rejilla es mejor para esto, pero por supuesto, el papel cocina también funciona bien. Algunas personas le gustan añadir una pizca de shichimi togarashi y unas gotas de zumo de lima para darle un punto fresco.

Resiste unos segundos y para maximizar su exquisitez, come mientras estén caliente… ¡evitando quemarte!

Comentario:

Truco para verificar la temperatura del aceite
Un termómetro es la herramienta más precisa para medir la temperatura, por supuesto, pero hay un truco de cocina japonesa para probar la temperatura del aceite que es sorprendentemente fiable. Sólo hay que poner un palillo  largo (saibashi) verticalmente en la sartén con el aceite y verás que se empiezan a formar burbujas alrededor. Cuanto más rápidas suban, más caliente estará el aceite. Para karaage las burbujas deben ser muy pequeñas y rápidas. Se puede comprar saibashi en las tiendas japonesas y chinas. Asegúrate de obtener los de bambú, no de plástico, o este truco no funcionará.

Cartílagos de pollo a la plancha

Un aperitivo delicioso, sin demasiado sabor, pero sí con muchísima textura. Y además aprovechamos una parte del pollo que la mayoría de las veces acabamos tirando.

La pieza es el pico que sobresale de las carcasas de pollo cuando retiramos las pechugas. Lo cortamos con un cuchillo y no hace falta nada más que dorarlo en la plancha. Si quieres, puedes acompañarlo con una salsa, pero así también está bueno.

Hace ya unos 4 años jugaba con esta pieza y publiqué una receta de cartílagos de pollo; entonces llevaba una precocción antes de pasar por la plancha, lo que daba una textura mucho más tierna.

En la mayoría de los pubs japoneses, las grandísimas izakayas, ofrecían estos cartílagos dorados en sus barbacoas de carbón – que no sabe a carbón. Y lo hacían como aquí, sin una cocción previa. El resultado es mucho más crujiente; ahora me gusta más así. 😉 Hay que probarlos, es una gran experiencia que sale grátis.

Estamos de enhorabuena con esta última publicación: ¡hacemos 500 posts publicados! Todavía estoy impresionado con la constancia que hemos tenido con el blog.