¡Cuchillos santoku!, pero ¿por qué un santoku?

  1. Aunque sea el motivo más superficial (y nunca mejor dicho), por razones estéticas, me encantan su forma, tan delicada, con ese punto ligeramente exótico que tiene.
  2. Su versatilidad:  es el cuchillo multiusos japonés, equivalente a un cebollero, solo que es un poco más pequeño y con un filo con una curvatura menor.
  3. Facilidad de uso:  como es increíblemente fino, prácticamente no pesa y es muy cómodo de usar.
Grosor impresionantemente fino, fíjate en el filo, parece quirúrjico
  1. Su menor curvatura todavía permite el movimiento de «cuna» necesario para picar, trocear y laminar «a la occidental», pero tiene un menor recorrido que el de un cuchillo de chef – inconveniente  menor – porque uno pronto se acostumbra a la diferencia. Pero si quieres un cuchillo tan fino y delicado como uno japonés y quieres tener las ventajas de una curvatura europea, tu cuchillo es un Gyutou.
  2. La hoja: Para compensar su menor grosor y evitar que el filo se deteriore,  suelen estar hechos de un acero más duro (foto superior). Los mejores se hacen con aceros laminados que, al prensarlos entre sí mientras se moldea el instrumento, producen dibujos delicadísimos. Las tradicionales se hacen con aceros mucho más duros que el acero oxidable, por lo que necesitan un mayor cuidado – básicamente mantenerlo seco en la medida de lo posible y darles una pequeña capa de aceite si no se van a usar durante un tiempo.
  3. El filo: mientras que el filo de un cuchillo occidental tiene un grado de 22-23º, este cuchillo tiene la mitad, entre 12 y 15º, lo que hace que corte casi como un bisturí (ver foto anterior).
Y con esta pequeña obsesión, ya tengo una pequeña colección.

La primera vez que fui a Japón no me pude resistir y una de las pocas cosas que me traje fue este santoku que compré en Kamata, una de mis tiendas de cuchillos favorita de Tokio en Kappabashi, una calle repleta de tiendas con todo lo que un restaurante pueda (o sueñe) con tener.

Se pueden observar las aguas que forman las distintas capas de acero

Este año pasado volví a Japón y me hice con mi segundo santoku, con un diseño mucho más clásico y que compré en Aritsurgu, una tienda del mercado de Kioto (también venden una selección de sus cuchillos en los grandes almacenes Takashimaya de Tokio, en Nihonbashi), que descubrí en mi primer viaje y me fascinó. Ni tienen web, ni quieren tenerla, así son de  tradicionales. Tanto que la compañía lleva activa 400 años – es uno de los fabricantes más antiguos que todavía existen en Japón que empezó fabricando katanas para samurais. Tienen fama de hacer uno de los mejores cuchillos japoneses que se puedan comprar y a unos precios que no son desorbitados.

 

Al igual que este, todas las empuñaduras se hacen con madera japonesa y, en el encuentro entre madera y acero, termina con una pieza de cuerno de búfalo. El cuchillo de la foto tiene una parte central hecha de acero muy duro y resistente, pero es oxidable. Para protegerlo y que sea de fácil mantenimiento, lleva un recubrimiento exterior en acero inoxidable. Así sólo hay que cuidar el filo y asegurarse de que se mantenga seco.

 

Y el tercero de mi colección llegó hace poco, un cuchillo de Shun Premier de Kai pequeñito, tan pequeño que la hoja sólo mide 14 cm. Probablemente sea el más elegante de todos. Brillante, precioso, con el dibujo que forman las láminas de acero al forjarse y con el precioso martilleado en la parte superior, que le da esa forma tan clásica de la estética japonesa. Y de fácil mantenimiento.

Muslos de pato canetón casi al curry rojo tailandés

Foto by The Oxtail

La comida sólo sabe bien si se comparte – de cualquier otra manera no tiene sentido. Cuando tomamos esto y muchas otras cosas que prepararon nuestros anfitriones y otros invitados el día supo a gloria, estuvimos en casa de Rodrigo (The Oxtail) con Juan Echanove. Para una gran crónica de la comida y del terraceo posterior, echadle un vistazo al blog de Juan – lo cuenta muchísimo mejor de lo que yo podría contarlo.

La receta es muy sencillita: 

  • Muslos de canetón «al vacío» 30 horas a 63ºC y luego gratinado en el horno hasta dorar bien la piel.
  • Salsa: fondo de pato reducido a 1/5 parte (200 ml a partir de un litro de caldo), media cucharadita de pasta de curry rojo previamente salteada, nata de coco (la parte más densa de un la leche de coco) y unas gotas de zumo de lima para darle un toque sutilmente tailandés. Tiene que saber ligeramente picante, notarse un poquito el sabor del curry y el protagonismo indiscutible tiene que ser del fondo, que es espectacular.
  • Y para seguir con la influencia tailandesa, lo servimos con uvas y albahaca – como se suelen tomar los curries de pato.

Tónica casera con la ayuda de un experto en acuarios y un taller de neumáticos

Porque  el final  no es la única meta. Como en el juego infantil, el objetivo es la acción en sí misma, la búsqueda es lo que más ansiamos. O para decirlo en palabras de alguien que cuenta las cosas mucho mejor que yo:

«Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo el mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si este pelo se engancha en la rejilla que suele cundir en dichos agujeros, bastará abrir un poco la canilla para que se pierda de vista. Sin malgastar un instante, hay que iniciar la tarea de recuperación del pelo. La primera operación se reduce a desmontar el sifón del lavabo para ver si el pelo…«

De Historias de cronopios y de famas, Pérdida y recuperación del pelo.  Julio Cortázar. (Y de paso ahí va mi modestísimo homenaje a los 50 años de la publicación de Rayuela)

Brindando con una copa de Gintonic Champagne

Hace ya casi un año vi este post sobre cómo hacer tónica en Craft Cocktails at Home y me quedé extasiado, ¿se puede hacer tónica en casa? Ni siquiera me molesté en preguntarme algo tan obvio como «¿Por qué intentar hacer tónica casera si puedes comprarla en el super de la esquina?» porque la respuesta obvia: ¿Y por qué no?.

En cuanto terminé de leerlo me pasé una mañana entera intentando buscar el ingrediente principal, la quinina, hasta que por fin dí con ella.

Quinina

Cuando lo preparé siguiendo la receta del post, quedé bastante decepcionado. El sabor era amargísimo y la intensidad de su aroma me hizo desistir de más intentos durante meses. También que quedé totalmente decepcionado con la cantidad de CO2 que conseguí disolver.

Sin embargo, de vez en cuando seguía dándole vueltas, pensando en cómo podía mejorar el sabor, si era una cuestión de cantidad de quinina, de tiempo de infusión o de otra cosa. Y empecé a hacer pruebas para disminuir el amargor, suavizar el sabor y conseguir algo distinto a la tónica industrial, que utiliza un extracto. La corteza resulta mucho más aromática, más amarga y la bebida final tal y como la preparé es mucho más rica en matices. Y, como podéis ver en la foto, la versión final de la tónica tiene un color ligeramente ocre.

Hasta que dí con la solución no os podéis imaginar la de pruebas que hice.

Otro gran problema al que me enfrenté fue el de la carbonatación (vaya palabrejo, qué mal suena). Intenté mil veces con el dichoso sifón ISI de CO2, pero nunca conseguí un resultado suficientemente bueno: cargaba con dos, e incluso tres botellitas de CO2, agitaba, y cuando servía, en el mejor de los casos, se formaba una espuma que desaparecía al rato y dejaba una bebida con tan poco gas que daba pena. Y eso que intenté un millón de pruebas, enfriando el agua por debajo incluso de los 0ºC (el CO2 se  disuelve mejor a temperaturas muy bajas), usando una, dos o tres cargas, agitando y dejando reposar en la nevera durante periodos de tiempo de media hora a 12 horas, pero nada funcionó suficientemente bien. Y claro, me gasté un pastizal en producto y en cargas. Tanto, que me puse en contacto con ellos para comentarles lo que me pasaba y, pensando que no funcionaba bien, me enviaron un tubo de repuesto. Pero no sirvió de nada.

El dichoso sifón ISI

Hace algo más de un mes me pasé por una tienda de acuarios y peces donde conseguí dar con la clave (los acuarios necesitan añadir CO2 al agua para crear un ecosistema apto para que los peces vivan). Le conté al dueño lo que quería hacer y me dejó unas botellas de CO2 para que hiciera pruebas , un manómetro de los de cerveza para regular la presión que sale de la botella que pidió a un amigo y se le ocurrió que podríamos conectar el manómetro a una botella con una válvula de neumático de bicicleta. Pero ahí me encontré con otro problema; no conseguía encontrar válvulas sin cámara…   Finalmente, después de mucho buscar, entré en un taller de recambio de ruedas y me regalaron unas válvulas de coche «por si me servían» (y de pasó supe que desde hace más de 30 años los neumáticos de coche no tienen cámara ;)).

Ejemplos de válvulas de neumáticos

Como podéis ver, la válvula no tiene un sistema de rosca, lo que complica el ajuste al tapón. Si alguien encuentra algún tipo válvula con un sistema de tuerca, agradecería enormemente si me dice dónde puedo conseguirla.

Después  muchas vueltas, conseguí acoplar una válvula a un tapón de una botella de refresco de dos litros, así que ya tenía mi sistema preparado.

El tapón con su válvula de neumático

Para hacer el hueco en el tapón, hay que perforar un agujero central y luego taladrar para que la válvula quepa muy, muy ajustada.

The dark side of the tapón

Pero antes de usar el invento y para que no me explotara en la cara, tuve que averiguar cuánta presión pueden aguantar las botellas de refrescos. Empecé a investigar en youtube y me dí cuenta que no era el único freak que intentaba una cosa así con resultados bastante buenos, lo cual me animó muchísimo. Después de mucho investigar averigüe que una botella puede aguantar hasta 12 atmósferas de presión – el equivalente a la  que ejerce una columna de 120 metros de agua de mar (¡¡¡unos 12o kg!!!), muchísimo más de lo que yo iba a necesitar – piensa que para carbonatar la cerveza normalmente se utiliza alrededor de 1’9 ATM’s. Al parecer, están preparadas para aguantar tanta presión para evitar problemas si se calientan, haciendo que el CO2 vuelva a estado gaseoso y aumentando la presión en la botella. Ahora, cada vez que miro una botella de refrescos, veo una cámara de presión «low cost».

El invento final: botella conectada a un regulador de cerveza y a su vez, al una botella de refescos

Después de hacer pruebas y conseguir una cantidad de gas suficiente para un refresco, inspirado por un cocktail que tomé en NY en Brooker and Dax, el bar de cockteles de Momofuku ideado por el gran Dave Arnold de Cooking Issues, me empeñé en no conformarme con hacer sólo un refresco. Quería en hacer un cocktail con tónica y ginebra, carbonatando la mezcla y añadiendo más gas del habitual. Piensa que a un gintonic tradicional se le añade ginebra, que no tiene gas, hielo, que, en contacto con el refresco, libera muchísimo gas, lima o limón, que produce el mismo efecto, y acabas con un combinado que da pena (no digamos si usamos Fever Tree, que no tiene casi carbónico). Ahí me topé con otro problema: al carbonatar una bebida con alcohol, se reduce la capacidad de disolución del gas en el líquido – y vuelta a empezar.

Haciendo de las mías, esta vez con un extintor reciclado

Luego decidí servirlo bien frío en copa de champán – sin necesidad de hielo ni ningún otro extra. Pero la burbuja que obtenía era gruesa y no quedaba tan estética como la que yo buscaba – quería replicar el mismo comportamiento de una copa de champán, con esa burbuja tan fina, elegante y constante, característica de éste y no del cava. Y De nuevo tuve que volver a rebanarme los sesos para conseguirlo.

La finísima burbuja de un champán rosado. 

Como punto final decidí no añadir lima (las partículas sólidas también liberan gas del combinado) – cosa que solucioné replicando el sabor de la lima combinando ácido cítrico con á. málico en la mezcla de la tónica. Sólo pinté los bordes de las copas con ralladura de lima para complementar con su punto aromático y añadí un pequeñísimo nudo hecho con su piel.   Y aquí está el resultado: máximo carbónico, burbuja finísima y un gran sabor que mejora con creces el de un gintonic tradicional. Una auténtica delicia. 

Gintonic Champagne (detalles de la míniburbuja)

Nota: el detalle de la elaboración no está del todo explicado, pero en el texto hay muchas pistas; ya sabéis que siempre cuento todo con pelos y señales, pero esta vez me voy a reservar el secreto – ha sido un año de investigación y por ahora lo voy a disfrutar con los míos.

Nota 2: todas las fotos buenas de este post son de Carlos Noceda de averquecocinamoshoy.com, el resto, mías 😉

Tortilla fea, esponjosa, facilísima y escalfada

Y además muy divertida de preparar. Se hace igual que un huevo escalfado, pero batiendo el huevo antes de cocer. Lo vi en  «In the mind of a Chef» una serie de unos 12 documentales de David Chang (sí, el de Momofuku) muy recomendable e interesante. En uno de ellos, Daniel Patterson, el cocinero invitado de ese capítulo, proponía este platillo. Al día siguiente probé a hacerlo, y el resultado merece al pena: una especie de tortilla con una textura muy suave, agradable y ligera.

El proceso es sencillísimo: bates un huevo (opcional: añade una cucharadita de miso blanco, le da un punto delicioso) y lo hechas en agua hirviendo (igual que cuando haces un huevo escalfado, hay que formar un remolino de agua para que el huevo quede centrado). Dejas que se cueza durante menos de 10 segundos y lo retiras con un colador quitando todo el agua que puedas (en la foto se ven las marcas de nuestro colador, el típico asiático con forma de telaraña, que creo que mejora la presentación a esta tortilla tan fea y tan buena), añades un chorrito de aceite de oliva, perejil y unos cristales de sal ¡y a correr!.

Lo único que da un poco de rabia es que siempre queda agua en el plato… qué le vamos a hacer.

 

Pimienta vietnamita

Hace poco una amiga de París, casada con un vietnamita, me trajo esta maravilla del sur de Vietnam, una pimienta famosísima por su calidad y también por la cantidad – producen más del 30% de la pimienta del mundo.

Y es una auténtica delicia, creo que de las mejores pimientas que he tomado nunca. Comparando con la que venden en El Corte Inglés – que especifica su origen indochino- ésta es mucho más sabrosa, más fresca y más aromática – tanto que de sólo olerla entran ganas de estornudar. Y probablemente se deba a que ha pasado mucho menos tiempo entre su cultivo y el momento en que llegó a nuestras manos. Qué pena que no podáis olerla a través de la pantalla.

Terrina de Pato Mulard con textura elástica

Este plato es una auténtica declaración de intenciones, la esencia de lo que hacemos en Umami-Madrid con nuestras idas, venidas y referencias gastro-culturales a Asia y a Europa: en este caso, sabores predominantemente occidentales, que recuerdan a un pato a la naranja, con una textura totalmente asiática a la que no estamos tan acostumbrados. Y el sabor protagonista del pato es casi tan importante – si no más – que la textura tan especial que tiene – la misma que las «pelotitas» asiáticas que suelen servirse en sopas, esas que recuerdan a las de goma que tanto rebotan y que tanto gustan a los niños.

Esta transformación de la textura me dejaba alucinado; no conseguía comprender qué pasaba durante el amasado para que esta se transformara; estuve buscando en internet y en libros sin éxito hasta que finalmente decidí consultar al GRANDÍSIMO HAROLD McGEE. Os dejo una transcripción del mail y la traducción más abajo:

De:  Harold McGee <———>
Enviado el: jueves, 06 de marzo de 2008 21:48
Para: AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL
Asunto: Re: re. black tea brewing
Dear Íñigo,
What you describe is very similar to what happens when you make a meat batter for mortadella-style sausages. When you work the meat with a little bit of salt, you extract myosin proteins from within the mince pieces, and they form a sticky coating on all the surfaces, which is why it behaves like a dough. When you cook the meatballs the myosin coating coagulates into an unmeltable jelly that surrounds all the pieces, and that’s where the springiness comes from.
Hope that makes sense.
Best wishes,
Harold

 On Thu, Mar 7, 2013 at 4:00 AM, AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL <> wrote:

Dear Harold,
 Hope this mail finds you in good condition – it’s been almost two years since my last email.
I’m writing to ask you if you could possibly help me with a culinary mystery. I have been making boiled meatballs – the Asian springy style – for quite some years now and every time I do them (massaging the meat by hand for around and hour until the meat sticks together almost as a dough) I try to find on the internet why the mince changes so much and why is it that it becomes springy, but have never had success finding insightful information. Do you have any thoughts about this?
 Thanks so much in advance.
Kindest regards,
 Íñigo Aguirre

 

En resumen, cuando amasas carne con sal se extraen proteínas de miosina que forman una capa pegajosa en toda la superficie de la carne, lo que hace que se comporte como una masa. Cuando cocinas las albóndigas, la capa de miosina coagula formando una gelatina no fundible que cubre todas las piezas – de ahí es de donde viene su elasticidad.

Pero esto todavía resulta complicado de entender, por lo menos para mi, y seguro que como yo, os preguntaréis, (perdonad si hay algo que no está bien explicado, no soy un experto en estos temas).

  • ¿Qué es la proteína de miosina? Parece ser que es una proteína fibrosa y contráctil implicada en la contracción muscular, la proteína más abundante en el músculo. La miosina provoca la reducción de las distancias entre ambas fibras y, por lo tanto, la contracción muscular.

Ingredientes:

  • Carne picada:
    • 400 gr de muslos pato (si es Moulard, mejor, su sabor le va que ni pintado a esta preparación).
    • 200 gr de cerdo (busca una pieza ejercitada, las más oscuras).
    • 200 gr de contramuslo de pollo.
  • Un par de cucharadas de azúcar.
  • Una buena cantidad de pimienta negra recién picada.
  • Ralladura de naranja (1 ó 2, lo que prefieras).
  • Sal y salsa de pescado al 50/50.
  • Un chorrito de vinagre de Jerez.

Preparación:

  • Mezcla todos los ingredientes, prueba y rectifica el punto de sal (es increíble, pero en crudo está delicioso). Tienes que notar un sabor predominánte a pato, un ligero dulzor, el punto de sal y el aroma de la naranja.
  • Cuando esté a tu gusto, amasa la mezcla aplastando hasta que no se pegue a la mano y quede con una textura compacta – tardarás al menos 45 minutos y sudarás al menos un litro (ya sabes, no sweat, no gain). O si prefieres, puedes triturarla en una thermomix hasta llegar a esa consistencia, pero cuidado no se caliente la masa y acabe cociéndose (si se calienta demasiado añade un cubito de hielo).
  • Envuelve en film transparente como si se tratara de un maki y cuece al vapor hasta que alcance 60ºC a corazón de producto.

Y en la foto lo acompañamos con un tabulé como debe hacerse: con muy poca sémola, muchísimo perejil y muchas verduritas bien picadas a mano.